lunes, 7 de septiembre de 2009

Capítulo 2

2 Cuando llegué a mi hecha polvo y destrozada habitación espartana, me tiré encima de la cama, lancé la mochila al desgastado suelo, y puse las manos sobre la cabeza. Sentía la cara caliente, estaba temblando, y sabía que iba a hecharme a llorar de un momento a otro, no solía llorar, era una chica fuerte, pero todo lo sucedido en la mañana, pedía a gritos que en cualquier momento entrara en estado de shock. "¡No!" No podía sucumbir ahora, no después de haber acorralado y matado a dos vampiros renegados. Miré el reloj, las 4:30 a.m. Hacía ya varias horas que habían cortado el agua caliente. Aunque me sentía fatigada con toda esa sangre de vampiro apestándome encima, salí de la habitación en dirección de los baños comunes. Allí en la residencia de estudiantes de la academia de cazadores Brigantti en Venecia, todo tenia un estilo muy espartano, pequeñas habitaciones con solo una cama y un armario, baños comunes al estilo presidiario, etc. Allí no importaba si venias de una adinerada o pobre familia, si eras un vampiro completo, un damphir o un cambiante, todos tenían el mismo trato. Me duché, aclarando mis pensamientos con el agua fría, todo era tan raro, llevaba semanas soñando con una habitación oscura con solo un espejo de pie como decoración, me acercaba al espejo pero no era mi reflejo el que me sonreía sino el de una hermosa y alta mujer con los ojos muy parecidos a los mios, solo que los suyos eran más penetrantes, más sabios y hermosos. Irradiaba una pequeña luz plateada de todo su cuerpo y me hacia pensar que era un fantasma aunque su cuerpo se veía sólido, nos quedábamos mirando lo que me parecían horas y antes de despertarme, ella movía los labios diciéndome algo, no conseguía escuchar nada y me levantaba con un increible dolor de cabeza. Salí de la ducha, volví a mi habitación y me preparé para lo que en pocas horas iba a ser mi ceremonia de graduación. Apestaba ser la linda nieta del director, porque eso es lo que me había llevado a esa estúpida academia de cazadores. Mi familia no solo llevaba la academia, sino que también habían fundado la orden que acogía a todos aquellos que quisieran y fueran capaces de enfrentarse a todo tipo de criaturas y en especial a aquellos vampiros que se creían superiores y estaban descontrolados. "¡Ja!" me burlé. Nunca quise entrar en la academia, había sido casi obligada. -Cariño, no tienes por qué pertenecer a la orden, puedes ser una chica normal si quieres, todo tendremos que dejárselo a tu pequeño hermano, pero seguro que a el le encantará.- Había dicho mi madrastra. Ese estúpido, enclenque e intelectual crío de 8 años que tenía por medio hermano amaba las historias de miedo y todo lo referido con los monstruos, era pacifista y no podría matar ni a una mosca. "Tan inocente" Mi madre murió al darme a luz. Mis padres llevaban intentando tener hijos desde que se casaron, sin lograrlo y un día por arte de magia, mamá se quedó embarazada, el parto fue difícil y ella murió en el acto, años más tarde papá pensó que yo necesitaba una madre y se casó con Mariette. En medio de mis pensamientos, siempre me distraía fácilmente conmigo misma, amaba analizar todo y pensar bien las cosas antes de abrir la boca, aunque era muy irónica mentalmente, siempre me comportaba educadamente, sonó el despertador mostrando las 6:00 a.m. Ya era hora. Hora de subir al escenario, recibir el diploma, la insignia de la orden y no se qué cuantas chorradas más, entre aplausos y sonrisas falsas estarían mis padres, con el pecho hinchado de orgullo por su pequeña niña que se había graduado 2 años antes de lo normal, entré un año más joven y salí un año antes que el resto. Muchos me odiaban y se metían conmigo, no tenía amigos y estaba deseando salir de aquel tugurio al que niños de ascendencia vampiro de todo el mundo soñaban con entrar algún día. "¿Hola? esto no es Hogwars" Aquí no hay grandes y lujosas habitaciones, ni escaleras movedizas, solo aburridas clases y entrenamiento, mucho entrenamiento tanto que te hacía desear que tus huesos cedieran y te quedaras flácido en el suelo como una papilla uniforme. -Estoy muy orgulloso de ti, pequeña, te has graduado con las mejores notas, sé que ha debido ser una gran presión para ti además de por ser mi nieta, por tu pequeño… retraso de crecimiento, pero aún así as llevado bien el nombre de la familia- Me había dicho mi abuelo. Con mi “pequeño retraso de crecimiento” se refería a que a pesar de ser hija de dos vampiros, hasta los damphir tenían más poder que yo, no poseía ni las habilidades ni los inconvenientes de su especie y mis padres tenían la esperanza de que algún día me desarrollara por completo como vampiro. “Ya, claro, y Peter pan creció y todo”. No solo eso, sino que, como si fuera una broma pesada, tendría que irme a vivir a miles de kilómetros, trasladada a un estúpido pueblo que había sucumbido bajo el poder de unos idiotas ancianos vampiros que se creían superiores a la raza humana. ¡De ninguna manera! quería quedarme en casa, quería que mis padres dijeran que su hija de 16 años no se iría a miles de kilómetros lejos de casa, ¡pero no! ellos sonreían de oreja a oreja y me deseaban buena suerte. -Ve allí y ponlos en vereda- dijo mi padre. -Acuérdate de lavar bien la ropa después de cada cacería, la sangre cuesta mucho quitarla- siguió Mariette. -No los mates, recuerda que el dialogo es lo más importante- terminó mi hermano.

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