martes, 8 de septiembre de 2009

Capítulo 3

3 Allí estaba yo, en ese feo pueblucho desolado en el que no se veía apenas gente por las calles, solo un par de grupos de 3 o 4 personas, con las cabezas gachas y sin hacer el menor ruido. Por supuesto, ninguno de ellos sabía que sus amenazadores jefes eran vampiros, pero aún así les temían y ninguno osaba ponerse en su contra. En este pueblo todo tenía un matiz grisáceo, “¡que ingenioso! ¿Porta Grigio? [1] Vaya hombre os tuvisteis que partir la cabeza pensando en el nombre…” Era tan deprimente. "¡qué divertida es mi vida, salgo del país de las maravillas para ir a nunca jamás!” Nada más llegar me topé con un vampiro, nada del otro mundo un descarrilado que no se había dado cuenta que solo faltaban 10 minutos para el amanecer, probablemente un recién convertido, al que no le habían explicado las normas. -Hey, niñita ¿qué haces tan solita? ¡Y taaan tarde!- dijo el vampiro. “¡Ooh por Diosss! ¡Que alguien me mate! ¡Fracesitas cutres de películas de serie B, NO! ¡Por favor!” No estaba de humor como para iniciar una conversación de borregos con un vampiro que estaba apunto de morir, sino por mi, por la inminente luz solar que se acercaba cada vez más. La historia de Apolo y Afrodita, su maldición, bla, bla y todo eso… Me giré disponiéndome a buscar mi alojamiento. -¡Hey! no es cortés irse cuando te están hab…- Cenizas, es lo único que quedó cuando un insulso rayo de sol asomó por el este. -hola Apolo, gran día el de hoy, que pena que a mí no me afectes- Dije saludando al sol. No sabíamos el porqué, pero Apolo no parecía considerarme un vampiro descendiente de la mítica reina, como tampoco parecía que mi cuerpo necesitara sangre. “¡¡Bien por mi!!” Había alquilado una habitación en una casa de estudiantes, 100€ al mes, no estaba mal, contando con que por cada vampiro que capturara ganaría 500€ y aquel sitio estaba atestado de escoria vampira. [1] Porta Grigio significa en italiano Puerta Gris, la protagonista se ríe porque el nombre y características del pueblo dicen literalmente que entraba por una puerta a un mundo gris.


La casa de estudiantes era grande, ¡enorme!, con un estilo muy parecido a la mansión Adams pero más alegre, si con ello quieres referirte a nada de ataúdes, lápidas y demás parafernalia. La casa estaba bastante vieja, llevaría sin reformarse desde hace siglos, era larga, de dos plantas, con un porche amplio con columnas y una gran puerta delantera, llamé a la puerta pero nadie respondía, lo volví a intentar pero nada, por pura curiosidad giré el pomo y la puerta se abrió. ¿No cierran las puertas? “¡mmm barra libre para los vampis!”


En la mesa de la entrada había una nota escrita con una caligrafía horrorosa y llena de faltas y al lado un juego de llaves.

Cierra cuando entres, esas de ai son tus llabes, La nevera esta bacia si quieres algo ve a comprarlo, no agas ruido Vincent duerme.

"¡Perfecto!, ni un bienvenida ni nada por el estilo, parece que aquí no seré tampoco bien recibida" El interior de la casa no era demasiado espeluznante, al menos, casi todo era de madera, simple y llanamente. Trozos del empapelado gris caían por las paredes de las habitaciones, ya había visto muchas veces eso. Olía a moho y a viejo, a la derecha había una gran sala, con sillones de cuero negro bastante grandes, una gran chimenea rústica y muchas estanterías cubriendo las paredes, parecía una casa de verdad. Si me quedaba, sería un gran avance comparado con la academia de cazadores. La casa parecía muy tranquila, comencé a dar un paso tras otro y me quedé justo detrás del respaldo del sofá. Un chico estaba tirado en el sofá roncando con la boca bien abierta. “Si duerme así no me estañaría que en su menú estuvieran incluidas algunas moscas” Pensé.


De pronto el chico pegó un brinco y del impacto yo pegué otro. -¡No me he quedado dormido!- dijo -No, claro que no, solo descansabas los ojos un rato mientras roncabas escandalosamente- dije. “Ups, ¿eso lo había dicho en voz alta? ¡mierda!”


No había apenas descansado y se me escapaban las palabras, siempre lo hacía cuando no descansaba bien y me sentía tan cansada. -He... hola, ¿eres la chica nueva?- dijo. “Qué va, soy el repartidor de pizzas, ¿no lo ves?”


El chico se me quedó mirando con cara de bobo, era alto, rubio y con el pelo puntiagudo como un puercoespín, bestia a lo punk y tenía piercings por todas partes. -Soy Liset Brigantti, estoy cansada ¿podrías decirme cual es mi habitación?- Acabé diciendo, ya que el retrasado este parecía estar en Babia. Miró por encima de mí, probablemente al enorme reloj que tenia detrás, su cara se descompuso. -¡Mierda, ya voy tarde al curro! arriba, la última a la derecha- dijo al fin y se fue corriendo dando un fuerte portazo. “Graaaciaaas, ¡que amable de tu parte, hasta me as acompañado a mi habitaciooón!” Pensé con escepticismo.


Ese debió ser Vincent, tal vez. Subí las escaleras hacia el piso superior, conté 4 puertas a la derecha de las escaleras y 2 a la izquierda, la primera a la derecha era un gran baño, con una bañera antigua con patas de un plateado desgastado al igual que los grifos, un bater a la derecha y un pequeño lavabo a la izquierda con un espejo sin marco agrietado y sucio. “¿Es que aquí no limpian? ¡menudos cerdos!”


Eso iba a cambiar, por supuesto, al menos las habitaciones que yo usara. Seguí adelante por el pasillo, las otras dos puertas estaban cerradas. Y por fin, la última, no esperaba gran cosa pero cuando abrí la puerta ahogué un grito. ¡Era enorme! comparada con mi habitación en la academia cualquier habitación era grande, pero esta era enorme, tan grande como mi antigua habitación en la gran mansión de mis padres.


Tenía en frente dos grandes ventanales cubiertos con cortinas rojo oscuro, que llegaban hasta el suelo, la cama a la izquierda, era una gran cama de matrimonio con barras de hierro negro en las esquinas y un gran dosel colgado del mismo color de las cortinas, a los pies de la cama una banqueta de terciopelo rojo y a los lados de la cama un par de mesitas de noche de hierro negro con lámparas estilo tiffanys. Un gran armario de 5 puertas ocupaba casi toda la pared de en frente de la cama. “Wow”


Hacía mucho frío, tendría que pillar una estufa en alguna tienda, tal vez compraría una alfombra grande y roja, me gustaba andar descalza, pero con el suelo de madera, helado y cubierto de polvo no era buena idea.


Dejé el par de maletas encima de la cama y comencé a colocar la ropa en el armario. No tenía mucha, allí en la academia no había un uniforme específico pero si pedían ropa simple. Un par de jeans, uno estrecho y desgastado y otro ancho con varios bolsillos, un pantalón de cuero negro con cremalleras a los lados, mi favorito para salir de caza, una falda de tablas a cuadros escoceses negra y roja, y un sencillo vestido de tirantes azul medianoche. De camisetas andaba igual de escasa, una camisa blanca, una simple camiseta de mangas largas negra sin ningún dibujo y otra de tirantes roja, y mi hermosa chaqueta de cuero negro, me encantaba, y muchos accesorios. Me gustaba más comprar accesorios que ropa. Collares, pulseras, pendientes, anillos, cinturones, cadenas, etc. Tenía un estilo entre punk, gótica y rock... sin definir ninguno de los tres estilos, me gustaba el negro y el rojo, y los accesorios con calaveras y pinchos. No era muy alta mas bien normalilla 1.60m, castaña, con ojos de un gris muy extraño, nunca había conseguido definir el color de mis ojos ¿eran azules, verdes o grises?, lo cierto es, que al final opté por pensar que eran grises, era pálida, pero no del tipo blanco cadáver, solo pálida, me gustaba llevar el pelo corto pero me era mas cómodo llevarlo en coleta, así que ahora lo llevaba a media melena siempre recogido en una cola alta o dos bajas. Siempre había sido flacucha, plana y sin curvas, pero un día de la noche a la mañana ¡hay estaban! ya no era plana y flacucha, pero tampoco era una modelo del Vogue, los duros entrenamientos me habían ayudado a definir los músculos y la verdad es, que tenía unos gemelos de futbolista y unos bíceps horribles, los camuflaba con botas hasta las rodillas y camisetas de mangas largas y anchas. En la otra maleta guardaba mi pequeño arsenal anti monstruos; Una escopeta, mi pequeña Sig-Sauer P226, cadenas, balas de todo tipo, dagas, etc.

No hay comentarios:

Publicar un comentario